Confidencias de un Letrado de Justicia. Una justa adecuación salarial. Capítulo II
Ay Severo, después de diez años, aunque veinte no son nada dice la canción, por fin había obtenido plaza en el último concurso de traslado en su ciudad, por fin volvía a casa. Recordaba con nostalgia la primera vez que llegó a la Ciudad de la Justicia para comenzar sus prácticas, con unos tutores con los que siempre había podido contar desde entonces y a los que hoy, próximos ya a su jubilación, seguía consultando.
A Severo le gusta su trabajo y se siente afortunado de poder prestar un servicio público, pero eso no quita, para reflexionar sobre las mejoras que son necesarias en nuestro Cuerpo Superior Jurídico.
Cinco largos años de oposición dieron paso al CEJ y a las prácticas en Juzgados, después, como tantos LAJ, su primer destino fuera de casa, un Juzgado mixto en la costa catalana. Había podido elegir desde el inicio un Juzgado de segunda categoría, y antes de llegar a casa había estado en la Jurisdicción Social. Una mochila llena de recuerdos y de sitios a los que volver, pero que también reclama mejoras en el ámbito profesional.
Desde sus inicios profesionales era miembro del Colegio Nacional de Letrados de la Administración de Justicia y siempre que era necesario tenía al Delegado de la Comunidad Autónoma para consultarle dudas profesionales y para enviarle cuando era necesario, una palabra de aliento y ánimo, especialmente después de largas horas de entradas y registros cuando estuvo en Instrucción.
Una de las cosas que Severo, ni ningún amigo de la Facultad a los que comentaba el tema, entendía era porqué había tenido que esperar 10 años para poder poner en su toga el escudo dorado y las puñetas. Parecía que la vida se medía en períodos de 5 años que había que superar para poder pasar al siguiente nivel, que nunca llegaba. ¿Por qué había salido sin categoría?¿ Acaso no prestaba sus servicios como cualquier otro funcionario público?
Otro tema que últimamente le hacía reflexionar era el de la adecuación salarial, un Cuerpo Superior A1 que con el paso de los años había visto incrementadas sus competencias, debía tener un reflejo también en su retribución, pensaba. Y era muy necesario, pues como todos los LAJ sabía que llevar dos Juzgados, ya sea de forma voluntaria o forzosa requería un gran esfuerzo, un decreto de sustituciones que lo prometían pero nunca llegaba. Quizás, quizás, quizás, decía la canción.
La única manera de conseguir mejoras era estar unidos dado que los LAJ somos un Cuerpo pequeño en relación al total de funcionarios de Justicia, y tener una negociación colectiva propia. Mientras leía la última crónica de los Vocales del Consejo del Secretariado, pensaba en que gracias a la labor realizada por las asociaciones profesionales, pronto muchas de estas cosas cambiarán a mejor.
También pensaba que a un Severo que hoy pone toda su ilusión en sus prácticas en Juzgados, esto le sonará a tiempos pasados, como cuando le hablaban a él los compañeros del ascenso forzoso.