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Letrados de la Administración de Justicia

Diario de un Letrado en Estado de Alarma: Ahí estamos, sosteniendo el funcionamiento del servicio público

Me levanto temprano, como todos los días. Me encanta ver asomar los primeros rayos de sol, rompiendo la oscuridad. Eso si no sucede como los últimos días, nublados la mayoría. Pienso que tal vez la climatología nos muestra su respeto por la difícil situación por la que estamos atravesando. O que tal vez nos incentiva para no movernos de casa, como si supiera lo que más nos conviene.

En el jardín veo los lirios espléndidamente florecidos, sobre los que se han depositado gotas de rocío. Y es que estamos en primavera, y la naturaleza no detiene su curso, por mucho que nos creamos los reyes de la creación.

En estos días, en que nos estamos acostumbrando a un ritmo de vida tan distinto, lo primero es acudir al móvil para ver cuáles son las últimas noticias, y para comunicar con familiares y amigos, para conocer cómo están, y qué tal les está resultando este encierro. Intercambiamos impresiones, nos exhortamos a tener cuidado al máximo, y, sobre todo, nos mandamos cuantos memes caen en nuestras manos, que no hay nada que haga tan llevadera esta situación como el humor.

Con mi equipo de trabajo hemos creado un grupo de WhatsApp y nos ponemos al día de la situación respectiva, comentamos las últimas novedades en relación con el trabajo (porque la verdad es que estamos siendo inundados con protocolos, circulares, instrucciones, resoluciones, en ocasiones difícilmente interpretables o hasta contradictorios entre sí). Intentamos mantener la moral alta, confirmando que todos estamos bien, y que los ánimos aún siguen altos.

Ayer entré de servicios mínimos. Por la carretera apenas me cruzo con un par o tres de coches. Impresiona y mucho circular por tramos que, otros días, estaban rebosantes de tráfico en todas direcciones y que hoy apenas pisan unos pocos vehículos, básicamente camiones. Por eso llego con mucha rapidez a mi centro de trabajo, el Servicio Común de Ejecución Penal de Girona. El aparcamiento del edificio casi vacío. Cuando llego a la segunda planta la sensación de soledad te asalta, porque en una zona donde en otros momentos trabajamos 16 personas, soy el único.

¿Los medios con que me han equipado para trabajar en condiciones de seguridad? Fácil, muy fácil: exactamente ninguno. Me he procurado unos guantes del tinte, y una mascarilla de más de 15 años. Prefiero ni mirarme al espejo, no me vaya a entrar la risa, al verme de esta guisa.

Y de teletrabajo, ni hablemos. Yo soy de los que siguen condenados a tramitar en papel, lo cual, unido a mi condición de miembro del CTEAJE interpreto casi como una maldición. Lo más cerca del teletrabajo que estoy es cuando, trabajando en casa, en mi ordenador, abro una pequeña ventana para seguir algún canal, una serie, una película… Tengo muy claro que no somos héroes ni lo pretendemos. No se van organizar balconadas de aplausos en nuestro honor, como sí reciben, merecidísimamente, sanitarios y policías. De hecho, parece que casi nadie se acuerda de la justicia en estos momentos. No se nos menciona para nada en los telenoticias, y cuando se habla de actividades esenciales y de quienes siguen al pie del cañón, en ninguno he oído que se hable de nosotros. Pero ahí estamos, y creo que hemos respondido con creces, sosteniendo el funcionamiento del servicio público.

No puedo evitar que a mi mente acuda la imagen, tantas veces repetida en las películas del Oeste, del pequeño destacamento de caballería en pleno territorio apache, con escasa munición y víveres, que, a cambio de una paga aún más escasa, debe hacer frente a un alzamiento de no sé cuántas tribus indias. Porque aquí estamos, defendiendo ese fuerte llamado servicio público de la Administración de Justicia, seguramente en las condiciones más difíciles a las que nos hemos tenido que enfrentar nunca los Letrados de la Administración de Justicia (y hemos pasado ya unas cuantas). Y, la verdad, creo que nos hemos defendido mejor que bien en tan angustiosas circunstancias. Hemos dado la talla, y hemos hecho frente a esa “rebelión india”, pese a no haber recibido la atención que merecíamos por parte de algunos altos mandos, seguramente ocupados en otros menesteres.

Me siento orgulloso de nuestro Cuerpo y de pertenecer a él. Y espero que esta experiencia haga cambiar muchas mentes, porque todo hubiera resultado mucho más sencillo de contar con las herramientas tecnológicas adecuadas y, no lo olvidemos, exigidas por Ley, y de las que sólo muy parcialmente disponemos.

Jaume Herraiz Pagès
Letrado de la Administración de Justicia

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