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Letrados de la Administración de Justicia

Diario de un Letrado en Estado de Alarma: la mañana es fresca y lluviosa; no hace excesivo frío

La mañana es fresca y lluviosa; no hace excesivo frío. El caldo de cultivo idóneo para nuestro no invitado, presente e invisible compañero,COVIP-19. Tomo mis precauciones; mi previsora esposa (no posesivo sino cariñoso, está en mi corazón), compró una caja de guantes de látex, talla intermedia, para uso de todos. Y con un delantal publicitario, guardado en los cajones del olvido, está construyendo mascarillas domésticas, incentivadas por nuestros wasaps cariñosos.

Equipado de forma doméstica, busco en el garaje el coche que me llevará al trabajo. Son unos pocos kilómetros, por carretera casi desierta. El mercado de abastos ya casi ha concluido el reparto mayorista.Quedan pocos vehículos, recogiendo nuestros preciados perecederos. Son gentes agradables, preocupados por mantener nuestra alimentación sana, ahora tan necesaria, y algo de sus ingresos, que están cayendo de forma desastrosa. Son los llamados autónomos, esos que nunca caen enfermos, y que no tienen casi vacaciones ni festivos.

En poco tiempo llego junto al edificio de la oficina judicial. Tenemos una línea de aparcamiento reservado, en una zona casi peatonal. A los vecinos no les gusta. Parece como si les quitáramos sus plazas. Algunos nos miran mal, como dice la canción, pero es solo el lamento del que no puede hacer nada. Algo sí hacen algunos; los hay que tiran migas de pan, restos de sacudir el mantel después de comer, que hacen antes de que salgamos de trabajar, trozos de papel mojado. Incluso los hay que tiran algo más. Son los menos, y se les disculpa la pequeña artimaña defensiva.

La administración que debe dotarnos de un solo edificio con las instalaciones adecuadas no lo hace. Estas no están mal, pero tienen muchas carencias; no tiene instalación para detenidos ni víctimas, no tiene sala de reconocimientos en rueda, no tiene mostradores, y continuamente los funcionarios deben recordar que su mesa de trabajo no es un perchero, ni un lugar donde dejar los bártulos; ahí trabajan personas. No se sabe dónde dejar el expediente en tu mesa para que de reojo no vayan buscando los escasos datos personales que puedan observarse. No tenemos instalaciones adecuadas para archivos y piezas de convicción. No tienen sala de consulta de profesionales, ni salas multiusos. Compartimos sala de vistas, videoconferencias y grabación con otro juzgado. Podría ser peor. Del nuevo edificio, llevan veinte años poniendo primera piedra; el juzgado que se inició en precario, en local cedido por el ayuntamiento, lleva ya casi treinta años. Y aquí seguimos.

Antonio Jiménez Hurtado

Letrado de Justicia

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