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EL FACTOR HUMANO

«Sé orgulloso, porque en el orgullo va el respeto a la dignidad de tu persona y de tu labor». (Ángel Ossorio)

El título corresponde a una conocida novela de Graham Greene, y no lo he elegido, precisamente, porque vaya a hablar de espías, sino para poner el dedo en la llaga de lo que está olvidando, en este conflicto, el ministerio de justicia (no es un error el escribir ambos vocablos en minúscula, porque así haré de ahora en adelante hasta que se haga merecedor de esa distinción mayúscula).
Efectivamente, parece dicho ministerio no haber tomado en consideración la importancia del fenómeno que Daniel Goleman denominó como “inteligencia emocional”. Están dispuestos a ignorar, sus altos cargos, que mandar, que dirigir, no es simplemente dar órdenes. Que esto lo pueden hacer, sin problema, los animales, que para eso tienen al respectivo jefe de la manada. Dirigir es adoptar decisiones razonables que, por el mismo motivo, creen adhesión de aquellos a quienes se dirigen, porque las entienden favorables y positivas, y ello, a su vez, les motiva a implicarse a fondo en el funcionamiento del grupo, empresa u organización. Dirigir es mostrar empatía hacia esos integrantes, adoptar decisiones que favorezcan el buen clima laboral, en el que todos salen beneficiados, unos porque trabajan con mayor motivación e implicación, otros porque la organización es más eficaz. En fin, para no extenderme más en el concepto, que creo que todos tenemos claro, llego a la conclusión de que el factor humano ha sido el gran olvidado por parte de nuestro ministerio. Recuerdo que, al principio de la huelga, me entrevistó una periodista, y me preguntó por nuestro sentimiento ante la actuación del ministerio. Casi sin pensarlo le respondí que ya estábamos acostumbrados a que el ministerio nos ignorara, pero eso de que también nos insultara resultaba toda una novedad.
Pero no creo que ese menosprecio ministerial al factor humano derive de esos insultos, sino que, al revés, entiendo que esos insultos derivan de ese menosprecio del factor humano. Y no tengo que hacer muchos esfuerzos por aportar ejemplos. Así, a bote pronto, se me ocurre que implica tener muy poco presentes a los integrantes del Cuerpo cuando las fechas para convocar, y sobre todo resolver concursos de traslado, sean tan imprevisibles y esporádicas como la lluvia de verano, ya que nunca sabes cuando aparecerán y menos aún cuando se resolverán, por mucho que a ti te pueda implicar una mudanza, un cambio de colegio de tus hijos, y multitud de otras cuestiones burocrático-administrativas. O, por poner otro ejemplo, esos reconocimientos médicos, que debieran ser obligatorios y anuales son aún más esporádicos que los concursos de traslado, y nunca sabes qué año te va a tocar, o hasta cuándo te vas a tener que esperar para el siguiente, de lo que deduces que nuestra salud le importa una higa al ministerio. O, hablando de los candidatos a Letrado, que nunca saben cuándo se convocarán las oposiciones o en que fechas se producirá cada uno de los hitos del proceso opositor, cuando no debería ser tan complicado establecer un calendario con la publicación de la convocatoria. O (de esta me he enterado hace pocos días) el cese que dispone el ministerio de los Letrados judiciales sustitutos, procedentes del cuerpo de gestión (para que vuelvan a sus antiguos destinos), cuando han aprobado la oposición restringida y se deben incorporar al Centro de Estudios Jurídicos, pese a no ser ninguna causa de cese de las previstas en el artículo 138 del Reglamento. Sin duda alguna, bonita forma de agradecer y premiar el esfuerzo demostrado por el opositor, por no hablar del mísero ahorro que supone para el ministerio, que hace volver al opositor al cuerpo de gestión, para que así sea la Comunidad Autónoma quien asuma su sueldo. Me consta que quienes han recurrido por vía judicial han ganado sus demandas, lo que añade mayor indignidad a la decisión ministerial.
Ya, en fechas más recientes, hemos podido apreciar en toda su crudeza ese, no ya desinterés, sino evidente menosprecio por ese factor humano por parte ministerial, reflejado en una actitud prepotente, una nula voluntad negociadora, reiteradas manipulaciones, continuos insultos, las vejatorias instrucciones, etc.
Pero no todo es negativo. Este conflicto nos ha permitido evidenciar el nulo grado de compromiso ministerial con esa inteligencia emocional, que predica, como valores máximos que debe perseguir cualquier organización, la empatía y la capacidad de motivación de sus integrantes. Más bien deberíamos hablar de la ignorancia emocional del ministerio. No sé si se puede decir que, con su actitud, han despertado a la bestia, pero sí, al menos, que nos han hecho conscientes de que, desde ya, vamos a ser tremendamente exigentes con el respeto que merecemos y que hasta ahora nos ha negado el ministerio. Así que, de ahora en adelante, menos piedras angulares y más respeto. Porque, como decía, Rousseau: “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”

Fdo Jaume Herraiz. LAJ

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